20 mar 2014

Evangeline

Lo primero que debes saber de mi: Descuartizo perros.

Lo segundo que debes saber: Descuartizo gatos.

Lo tercero: Aún no lo he hecho con humanos pero… podría descuartizarte. Estoy segura.

El cisne de barro se descompuso en mis manos. Literalmente. El esbelto cuello quedo rebanado a mitades amorfas. Por un lado la cabeza y por otro el cuerpo. Como una fúnebre obra de arte que recuerda a las libaciones griegas. A los sacrificios de mujeres vírgenes en islas de caníbales. 
"Ahora es perfecto”, sonreí para mis adentros. No lo hice queriendo, lo juro, y menos en plena clase gremial de arte donde el tema era “recrear la belleza”. Creo que a veces el subconsciente se libera del cinismo de nuestra apariencia carnal y nuestros actos acaban reflejando cuan egoístas y despiadados somos. Por naturaleza. Por inteligencia. Por parentesco con nuestra sepultura. No somos muy dispares de  nuestro cadáver. 
Ante el estropicio de barro a mi alrededor, Mary Kate no tardo mucho en percatarse y me sonrío desde al otro lado de la mesa. “Cree que soy delicada y torpe, como las otras”, me replique. Abandono el pincel en la paleta de acuarelas, ignorando las primeras olas del océano que empezaban a vislumbrarse en su lienzo, y me miro compasiva.
— ¡Por el amor de dios, has descabezado al cisne…y te has manchado la camiseta!— exclamo en una risita.— Deja que te ayude a limpiarte.
— Oh, no hace fal…
Sin tiempo a mi respuesta, rescato un pañuelo de su falda vaquera y empezó a frotar con ahínco mi camiseta. Friccionando duramente contra la tela, fustigando incómodamente mis pechos y expandiendo aún más todo el barro por el torso. Más que mera ayuda, cacheaba experimentalmente mis senos. Me paralicé asombrada ante la reacción de mi compañera de dormitorio. Mary Kate nunca antes se me había insinuado. Ni a mi ni a ninguna otra. De hecho había en ella cierto aire de inocencia que entraba en clara contraposición al erotismo mundanal. Ella era similar al cristal de bohemia: transparencia frágil e impermeabilidad emocional. Perfecta y fría. 
Ante mi silencio, enrojeció y oculto sus ojos grises tras las tupidas pestañas. Era consciente de que la analizaba. Así que abochornada por mi escrutinio, extinguió su comportamiento errático. Eran las primeras señales.  Las señales que había observado en otras Feminaes al llegar a la edad adecuada y, puede que Mary Kate ante su tardía madurez sexual, hubiese sido tratada en las últimas semanas. Algún tipo de medicación hormonal explicaría su comportamiento repentino. Ahora estaba en el ecuador de su sexualidad, su enseñanza gremial estaba a punto de terminar y era madura emocionalmente y físicamente. “Y la atraigo.”, pensé de manera plomiza mientras le retiraba lentamente el pañuelo. “Pronto será ofrecida, la muy imbécil, y acabara como el cisne de barro.”
— Gracias. Seguiré yo. — le sugerí inocentemente.
Acababa de comenzar, el proceso.

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